Comentario
Las noticias sobre salarios y precios en el Imperio Romano son difíciles de conseguir, ya que las fuentes apenas tratan estos asuntos. Sin embargo, algunas pocas fuentes pueden ilustrarnos acerca de este asunto. Plinio dice que la vida era increíblemente barata en Roma (250 a.C.), al poder comprar con un as (moneda de bronce) un celemín de trigo (8,75 litros), un congio de vino (3,3 litros), 30 libras de higos secos, 10 libras de aceite y 12 de carne, considerando que la libra eran 330 gramos. Según el poeta satírico Marcial los proconsulares tenían unos ingresos anuales de un millón de sestercios (la moneda de bronce), mientras que un médico reputado podía alcanzar los 400.000, un profesor estatal de retórica, 100.000 o los altos cargos de la administración entre 200.000 y 60.000 sestercios. Los legionarios vieron subir sus salarios desde los 900 sestercios que cobraban en época de César hasta los 2.000 de Septimio Severo. Los sueldos de los centuriones rondaban entre 40.000 y 20.000. San Mateo menciona en el Evangelio que el sueldo de un jornalero agrícola es de cuatro sestercios diarios, posiblemente incluyendo la manutención -comidas e incluso alojamiento, en algunos casos-. En un contrato de trabajo del año 164 se menciona un salario de dos sestercios y un as a diario, más el alojamiento y la manutención. Los especialistas consideran que estos datos podrían variar en una proporción de uno a tres dependiendo de los puestos laborales. Los ingresos anuales de un jornalero fluctuarían entre 720 y 2.200 sestercios. Si lo multiplicamos por tres obtendremos el sueldo aproximado de un artesano.
Según unas tablillas encontradas en Pompeya, en las que aparece la lista de la compra de una familia de dos miembros y un esclavo -posiblemente artesanos-, el gasto medio en alimentación diario sería de unos seis sestercios. Bien es cierto que el menú no era pantagruélico, sino más bien frugal, consistente en pan, vino, verduras, queso y dátiles. Juvenal nos dice que un zapatero come cebolletas y morro de cerdo hervido. Según Marcial, una familia pobre se alimenta de gobios, cebollas y queso. Pan negro mojado en un tazón de caldo y coles podría ser un ejemplo de menú para una familia de obreros romanos. Marcial dice que los alimentos más baratos que se vendían en las calles de Roma eran salchichas y garbanzos. Un tercio de litro de aceite constaría un sestercio y el trigo se vendía a tres sestercios el celemín (6,5 kilos). Para evitar conflictos sociales, el Estado alimentaba a más de 150.000 familias.
Los gastos en vestido y calzado rondarían los 30 sestercios, ya que la túnica valdría unos 15 sestercios, al igual que los zapatos. Limpiar una túnica costaba cuatro sestercios.
El alquiler en la ciudad de Roma era tremendamente caro. Unos 2.000 sestercios anuales costaría el alquiler más barato en el siglo I, lo que motivaba que parte de la vivienda fuera subalquilada por el inquilino a otra familia. La operación se podía repetir, creando verdaderas situaciones de hacinamiento en la insulae, las casas de inquilinos de endeble construcción que ocupaban una manzana con cinco o seis pisos.